En busca de Juan Pablo Duarte
05-08-2012
Una reflexión de Antonio Thomen sobre la vida del Padre de la Patria
nación.

[Cedo hoy la palabra a un personaje de mi más alta estima, el Doctor ANTONIO THOMEN, nacido hace casi 80 años, impresor durante cuatro décadas al frente de su Impresora Nacional, abogante, pero no abogado, como él mismo se define, exiliado, diplomático, relacionista público, bioconservacionista, duartiano a carta cabal y defensor de causas perdidas.
Thomen es autor de varios ensayos, entre los que se cuentan: “El Sol: Fuente de Vida”, “En Defensa de la Naturaleza”, “Matrimonio, Divorcio y Nulidad”, “El Poder y el Veneno”, “Consejos que me dio mi padre: la Cartilla Esencial” (1995-1996), del que se han vendido siete mil ejemplares, y “Un Manual para la Vida: Compendio de Sabiduría Universal” (2009), que considera su obra cumbre.
Desde hace quince años Antonio Thomen colabora con el Instituto Duartiano en la tarea de divulgar la vida, ideales y obra de quien considera “ideólogo y fundador de nuestra Nación: el más virtuoso de los paradigmas que ha parido esta tierra, el inmortal Juan Pablo Duarte”, al cual dedica tan oportunamente en estos días de celebraciones fatuas su enjundioso y apasionado artículo “En busca de Juan Pablo Duarte”. PCS]
Antonio Thomen
La ley suprema del Pueblo Dominicano es y será siempre su existencia política como nación libre e independiente de toda dominación, protectorado, interferencia e influencia extranjera”.
J. P.D. Proyecto de Ley Fundamental.
La Historia Universal escrita está plagada de errores, omisiones, fantasías, anacronismos, falsedades, lagunas y aberraciones; y nuestro país no es la excepción. No obstante el corto tiempo de su existencia, abundan casos y se mantienen mitos. Los hay, y abundantes, relativos a Juan Pablo Duarte, de quien nos ocupa el presente comentario.
Sobre el Fundador de la República se han publicado no menos de una docena de biografías, cientos de ensayos y numerosos artículos, elegías y poemas. En una bibliografía que estamos elaborando, hemos alcanzado hasta 84 páginas, y todavía faltan muchas. Los seguidores de los principios y del ideario de Duarte continúan llenando cuartillas. En realidad, hemos estado dando vueltas como el mastín que trata de morderse la cola. Siempre hemos tenido la sensación de que algo falta en relación con su gloriosa y a la vez infortunada vida.
Todavía hay quienes dudan de sus virtudes y piensan que nuestro progenitor no es él, sino que es Pedro Santana y Familia, o Francisco del Rosario Sánchez, o aún Gregorio Luperón. Se discute sobre su carácter, su valentía, su hombría y hasta su status económico. En el siglo XX apareció un funesto personaje que los aduladores de siempre titularon “Padre de la Patria Nueva”. Subsisten grandes incógnitas y contradicciones sobre la vida y las ejecutorias de nuestro Padre Fundador. Hay nebulosas que es preciso aclarar.
Muchos de sus autoproclamados adeptos, son en realidad orcopolitas* solapados, o sean los retrógrados que admiran las “hazañas” de Santana, Báez, Heureaux y Trujillo. En consecuencia, el culto a nuestro prócer no puede limitarse a una triste eucaristía una vez al año, a una ofrenda floral ante la urna que contiene sus huesos convertidos en polvo, en una ridícula nota de prensa, o en un panegírico que se repite monótonamente. Es preciso hurgar, descubrir y discutir la trayectoria de dignidad y soberanía de nuestro principal Héroe Nacional. Hay que escarbar y revelar los misterios de su psiquis, el porqué de su prolongado retiro como cenobita en los confines de la selva amazónica. ¿Es cierto
que, como afirma Joaquín Balaguer en El Cristo de la Libertad, “no conoció mujer”. ¿Sufrió períodos de melancolía, como afirman algunos psiquiatras? ¿Era un cobarde? como alegan sus detractores. ¿Era acaudalado en Venezuela? ¿Es Duarte nuestro único y verdadero Padre de la Patria? como afirma Juan Isidro Jimenes Grullón.
Falta de documentación.- Cuenta Rosa, su hermana y cronista, que en su destierro el prócer pidió le enviasen sus documentos privados, pero un familiar los incineró temiendo que cayesen en manos enemigas. Existe un oscuro episodio que cuenta de un caballero que tomó un legajo de sus papeles a título de préstamo y aún se ignora su destino final. Inclusive, hoy día ofrecen en venta manuscritos del Patricio. Don Mariano Lebrón recopiló en un pequeño volumen aquellos que pudo recoger. Empero, se ignora la importancia y la cantidad de los que no aparecen.
Vida afectiva.- Relatan que JPD tuvo dos novias: Ma. Antonia Bobadilla y Prudencia Lluberes; con ambas Juan Pablo formalizó sus relaciones con anillos de compromiso. Son pocos los informes sobre esos amores platónicos.
¿Casó Duarte alguna vez? Sus biógrafos hacen mutis sobre ello; hacen abstracción de tal posibilidad. No obstante, el historiador puertorriqueño Luis Padilla D´Onis argumenta en una sorprendente y despreciada obra (por no ofrecer documentación que la respalde), que nuestro personaje contrajo matrimonio en privado con una prima llamada Vicenta. Relata que la primogénita de esa unión se llamó María del Carmen Sandalia Duarte y Diez, habiendo posteriormente nacido una segunda hija denominada Sinforosa. Padilla narra que Juan Pablo, cuidando por la seguridad de ellas, las envió a vivir de incógnito en Sabana de la Mar o El Jovero en Miches.
Padilla ofrece abundante información: alega que la niña Sandalia que secuestrada por unos piratas, para luego reaparecer trastornada hasta morir de tristeza. En los Apuntes de Rosa Duarte se hace referencia tangencial de la menor, sin ofrecer mayores detalles. Don Luis muestra numerosas fotografías de alegados descendientes, teniendo la mayoría asombroso parecido a nuestro prócer. También narra que Juan Pablo encontró un nuevo amor en Venezuela, habiendo nacido un varón de ese otro romance. ¿Se ha discutido públicamente la veracidad de este asunto, o era tan grave el “pecado” de una relación sentimental entre parientes cercanos? Cabe también interrogarse si alguna vez se ha tenido en cuenta que desde hace años existe la prueba genética del ADN que pudiera establecer científicamente la autenticidad, o no, del parentesco de los que alegan ser descendientes del Pater Noster nacional. Aunque reputados historiadores y la Sociedad Dominicana de Genealógía niegan o ponen en extrema duda la especie, el referido autor cita testigos, abunda en detalles, cuya credibilidad depende del cristal con que se mire el asunto: si se desea adorar a un santurrón o a un hombre de carne y hueso con impulsos naturales. Mientras, los alegados familiares prefieren permanecer inexplicablemente callados, un manto de silencio impide que la verdad resplandezca.
Hombría.- Relatan viejos militares de la época trujillista que en la academia se les enseñaba que nuestro prócer cabalgaba en silla propia para féminas. E inclusive, conspicuos adeptos y detractores del apóstol lo han descrito como un ser “delicado”. (Realmente, era enfermizo: sufría de frecuentes “fiebres cerebrales”, probablemente paludismo). Ante esas realidades, sólo cabe inquirir la posibilidad de que alguien con atributos de género dudosos pudiera haber convencido a millares de prosélitos para la magna obra de lograr la Independencia y crear unaEsta victoria de Juan Pablo -además de que se perfilaba como poderoso rival de Santana por la presidencia de la República- le ocasionó el destierro a él y a sus adeptos a raíz de que el hatero-combatiente diera un golpe de estado militar y se convirtiera en implacable dictador. Por medio de la Resolución No.16 de la denominada Junta Central Gubernativa, fechada el 22 de agosto de 1844 y 1º. de la Patria, ésta dispuso que “los Generales de brigada J .P. Duarte, Ramón Mella, Francisco Sánchez; los comandantes Pedro Pina, Gregorio del Valle, Juan Jimenes y el capitán J.J. Illas y el Sr. J. Isidro Pérez, secretario que fue de la Junta Central Gubernativa, han sido traidores e infieles a la Patria, y como tal indignos de los empleos y cargos que ejercían, de los que quedan depuestos y destituidos desde ese día; ordena que todos ellos sean inmediatamente desterrados y estrañados (sic) a perpetuidad del país, sin que puedan volver a poner pie en él, bajo la pena de muerte que será ejecutada en la persona del que lo hiciere, después que sea aprehendido y que se justifique la identidad de su persona . . .”
Execrado.- Retrospectivamente, el 15 de marzo de 1844, el Apóstol regresó de su exilio a la Patria recién liberada. En el puerto de Santo Domingo lo recibió alborozada una multitud entre la cual se encontraba Tomás Portes e Infante, arzobispo recién nombrado, quien saludó a Juan Pablo con el grito de: ¡Salve. Oh Padre de la Patria!
Cuatro meses después, en el 24 de julio, el mismo prelado emitió una Carta Pastoral que terminaba de la siguiente manera: ….. “que os mantengáis en tranquilidad, que no abuseis de su misericordia (de Dios), y advertid que el es muy zeloso de su honor y de su gloria y ya vosotros estais comprometidos y por supuesto se dará por ofendido si no obedecéis los mandatos y ordenes, tanto dl. Gral. de Division, y gefe supremo Santana, como los de la Junta Gubernativa y ya tanto dl., pa. lo cual os conminamos con excomunión mayor, a cualquiera clase de persona que se mezclase en trastornar las disposiciones de nuestro sabio Gobierno, y del bien social y decid todos vosotros con el Profeta David a Nuestra gn. Des.: bendecid, a éste pueblo pa. qe. en vuestra gloria eterna seamos contados en el numero de vuestros escogidos, pa. qe. como lo esperamos brille sobre cada uno de nosotros vuestra misericordia, y no nos veamos confundidos con los reprobos.”
¿Qué sucedió entre esas dos fechas? ¿Qué hizo al prelado cambiar tan radicalmente de actitud, que Duarte, fervoroso católico, y los trinitarios que lo seguían merecieran tan grave sentencia? ¿Porqué se ha mantenido en silencio la Carta Pastoral durante tantos años? ¿Será ignorancia, olvido o negligencia? Creemos necesaria una explicación razonable. De ninguna manera vamos a calificar este lapsus, pero el asunto está planteado. No obstante, hay que reconocer que Monseñor Fernando Arturo de Meriño, arzobispo y expresidente de la República, visitó a Duarte próximo a fallecer, en su último exilio, y le rindió un justo homenaje al pronunciar un enjundioso y vibrante discurso de apoteosis ante sus restos, cuando estos fueron traídos desde Venezuela. En esa pieza oratoria pronunciada en la catedral primada de América, Meriño reconoció e hizo honor al Padre de la Patria. Y justo es también admitir que el actual Cardenal López Rodríguez dedicó más recientemente una homilía a nuestro Apóstol en una eucaristía realizada en celebración de su onomástico.
Razonamiento.- A nuestro humilde juicio, nadie ha podido igualar y mucho menos superar en nuestro país la pureza moral, el concepto de dignidad y defensa intransigente de soberanía de nuestro héroe primigenio. Cuando se acerca la fecha del bicentenario de su nacimiento, cabe tratar de encontrar soluciones lógicas a los enigmas que acompañan su vida rodeada de tabúes que se pretende ocultar o disfrazar.
Ante lo expuesto, consideramos que si bien históricamente Juan Pablo es considerado como la figura máxima de nuestra liberación y autoría como nación, su persona, doctrina y logros deben ser conocidos
en su justa dimensión, sin exageraciones, mutilaciones o simulación. El pueblo dominicano tiene harto derecho a ello. Es preciso investigar profundamente por obtener tal conocimiento. Es el momento adecuado, después de más de ciento y tantos años de independencia.
No es ocioso decir que los gobernantes dominicanos no han querido o sabido ejercer una labor reivindicadora. Uno llega a la conclusión de que la gran mayoría de nuestros mandatarios han copiado
o seguido las ejecutorias de las contrapartes históricas de nuestro héroe máximo. Juan Pablo Duarte amerita ser reverenciado a plenitud por todo dominicano. Pero, primero hay que conocer al verdadero Duarte. ¡Ese es nuestro ineludible e impostergable deber!
Referencias.
*Neologismo ideado por Duarte. Se refiere a los habitantes del Infierno.
1.- Escritos de Juan Pablo Duarte, recopilados por Mariano Lebrón Saviñón. Primera edición por la Oficina Nacional de Administración y Personal (ONAP), Santo. Domingo. Subsecuentes ediciones por el Instituto Duartiano.
2.- Ideario de Juan Pablo Duarte, recopilado por Vetilio Alfau Durán.
Santo Domingo, 1944. Numerosas reediciones.
3.- Apuntes de Rosa Duarte. Archivo de Duarte. Edición y Notas por Emilio Rodríguez Demorizi, Carlos Larrazabal Blanco y Vetilio Alfau Durán. Clío, Academia Dominicana de la Historia, Santo Domingo, 1970. Ediciones subsiguientes por el Instituto Duartiano.
4.- Proyecto de Ley Fundamental, por Juan Pablo Duarte. Aparece en los Apuntes de Rosa Duarte.
5.- El Cristo de la Libertad, por Joaquín Balaguer. Primera edición Editorial Americalee, Buenos Aires, Argentina.1956. Numerosas ediciones subsecuentes en Santo Domingo.
6.- Carta Pastoral evacuada por Monseñor Tomás de Portes e Infante, Santo Domingo, 24 de julio, 1844.
7.- Resolución Núm.16, de la Junta Central Gubernativa, Santo Domingo, 22 de agosto, 1844. Colección de Leyes, Tomo lro.
8.- El Mito de los Padres de la Patria, por Juan Isidro Jimenes Grullón,
Con Prólogo por Julio G. Campillo Pérez. Editora Cultural Dominicana, S.A., Santo. Domingo, 1969.
9.-Galería de Dominicanos Ilustres. Juan Pablo Duarte y sus Descendientes, por Luis Padilla D´Onis. Edición y Prólogo por Raimundo Tirado, Litografía Industrial Dominicana, Santo Domingo, 1992.
10.- Oración de Apoteosis de Juan Pablo Duarte, por Monseñor Fernando Arturo de Meriño. Pronunciada en la Catedral Primada de América, ante los restos de JPD, recién llegados de Venezuela, 1884.
11.-Homilía en la Iglesia de Santa Bárbara, en 171º. Aniversario del nacimiento de Juan Pablo Duarte, 26 de enero de 1984. Misa ofrecida por el Instituto Duartiano. Monseñor Nicolás de Jesús Cardenal López Rodríguez.
12.- Sandalia Duarte Díez: Una existencia enigmática. Cápsulas Genealógicas del Instituto Dominicano de Genealogía. Sección Areíto , del periódico Hoy, Santo Domingo, Dos entregas: 21 y 28 de abril, 2007. (Antonio Thomen).
Santo Domingo.
Junio 2012
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